Estilización vernácula
Abstracción lírica
Informalismo
Incursiones en el Pop art
Paisajes psicológicos
Pueblos oblicuos
En esta etapa, Jaimes Sánchez se sumó al marco de expectativas que se tejieron alrededor del Taller Libre de Arte, las cuales eran afines a su búsqueda intuitiva de una libertad formal y cromática que redimensionó el ejercicio de la figuración. Esta agrupación de jóvenes artistas, auspiciada en parte por el gobierno nacional, perseguía, en una de sus vertientes más importantes, la preservación de contenidos asociados al acervo cultural venezolano y latinoamericano, pero con una estilización cercana a los límites de una abstracción sensible. Por esta senda se orienta Jaimes Sánchez para asumir temas propios del folclor, enunciados a través de la geometría de la figura y un uso previsible de los climas cromáticos. La conjunción de todos estos elementos propició en el ámbito artístico venezolano la posibilidad de otras vías de conocimiento para la producción sensible de signos a partir de una respetuosa relación con lo ancestral en su vertiente prehispánica o popular.
Estilización vernácula
Perro y diablos,1953. Colección particular.
Grupo familiar.1953. Colección Mercantil, Caracas.
Abstracción lírica
A partir de la estructura compositiva y temática del paisaje, el artista propone una superación del género en su condición de trascripción de la realidad, en favor de una evocación de contenidos ligados a un acervo simbólico más amplio. El componente lírico de su trabajo y, por supuesto, los aspectos técnicos y materiales ligados a la tradición de la pintura harán inevitable esta sugerencia de elementos propios del mundo referencial, por lo que no existirá una búsqueda a ultranza de la no representación, como fue el caso de otros colectivos venezolanos. Por el contrario, gran parte del atributo de su obra consistirá en ese inevitable poder de reminiscencia, y en el vínculo insoslayable entre una pretendida autonomía significativa de los elementos plásticos y las asociaciones que el espectador invariablemente puede o necesita establecer con la realidad material y simbólica. El rumbo de su pintura se verá marcado por la influencia de Sergei Poliakoff, en especial por los “paisajes” elaborados en grandes y pastosos planos, los cuales le permiten, a decir de Dore Ashton, capturar los ritmos y estructuras del paisaje, para someterlos luego a las reglas de la composición abstracta (Ahston, 1958).
Potrero, 1959.Colección Mercantil, Caracas.
El río, 1959.Colección Mercantil, Caracas.
En su período informalista coinciden, por una parte, la prolongación netamente abstracta de su trabajo de París y Estados Unidos, y por la otra, la fuerza con que irrumpen en Venezuela estas expresiones de lo que se llamó "arte nuevo". Justamente, por tratarse de un artista cuyo tránsito europeo se hizo al abrigo de la llamada Escuela de París, y en especial de Nicolas de Stäel y Sergei Poliakoff, es que puede observarse en sus telas de esta etapa una presencia constructiva al fondo de sus expansiones matéricas y cromáticas, que veremos poco a poco desaparecer a lo largo de su producción.
Informalismo
Cerros 1960. Colección privada.
Origen salino,1960.Colección Galeria de Arte Nacional, Caracas.
Bancal, 1960.Colección Galería de Arte Nacional, Caracas
Fragmento de tierra,1961. Colección Galeria de Arte Nacional, Caracas.
La tapia de cal, 1961.Colección privada.
Exterior N°4, 1963.Colección Galeria de Arte Nacional, Caracas.
Incursiones en el Pop art
De esta etapa destaca el retorno al uso de los planos cromáticos texturados que recuerdan en otro contexto su obra primera de París. El elemento novedoso en su caso es la incorporación de letras y números hechos con molde, y ciertos trazos del pincel que remiten a una caligrafía vedada, tal como se observa en Homenaje al espacio interior. Del mismo modo, en otros ejemplos se permite el uso de etiquetas y marcas de productos de consumo, y en obras como Amo tus años locos o Autorretrato múltiple la presencia de la figura humana dispuesta en el espacio vibrante del entramado plástico produce un desconcierto que aumenta su disfrute. Esta experiencia constituyó para Jaimes Sánchez el acercamiento a una especie de imaginería de la vida moderna que seguramente debió mucho a su nombramiento en 1964 como director del Instituto de Diseño de la Fundación Neumann, y que lo puso en contacto con nuevas generaciones de artistas, técnicas de reproducción serial y un espíritu de renovación de la enseñanza del arte que influyó notablemente en su trabajo.
Autorretrato múltiple, 1965.Colección privada.
Amo tus años locos, 1965.Colección Galería de Arte Nacional, Caracas
Au revoir la luna, 1965.Colección Galería de Arte Nacional, Caracas
A principios de 1970, Jaimes Sánchez abandona nuevamente el uso de referentes en su pintura, para que en todo caso sea el espectador quien establezca asociaciones a través de su experiencia perceptiva. Se trata de una etapa de honda introspección en la que la ausencia de objetos reconocibles del mundo material no impide nuevamente la vinculación simbólica con el género del paisaje, pero esta vez con una libertad constructiva y un poder de evocación tal que incidió en el conveniente título de paisajes psicológicos. En este caso su pintura asiste al reencuentro del camino recorrido desde su primera estancia en Europa, fundiéndose así sobre la tela los aportes del lirismo de los cincuenta, la investigación matérica de los sesenta, y un mayor sentido del riesgo propio de la madurez alcanzada como artista. La presencia de todos estos antecedentes basó la eficacia compositiva de la obra en la tensión resultante de todas las fuerzas que eran puestas en juego, tal como se observa en el sutil equilibrio que sostiene piezas como Paisaje mural I y Paisaje-loma, y que deben parte de su misterio a una suerte de automatismo consciente que persiste en su lenguaje.
Paisajes psicológicos
Paisaje mural I, 1977.Colección Galería de Arte Nacional, Caracas
Mar y arena, 1978.Colección privada.
A partir de 1985, Humberto Jaimes Sánchez vuelve a enfrentarse en su obra con el mundo material de los objetos, y en especial a investigar las asociaciones con el paisaje que su pintura ha mantenido desde los años cincuenta. El componente constructivo que se observa en la disposición de los planos de color y materia de sus etapas anteriores sirve de soporte al despliegue figurativo de casas, ranchos y montañas, que si bien eran sugeridos remotamente en su pintura previa, ahora se integran en el universo plástico creado por el artista. Y al integrarse producen una inusitada armonía y un desafiante equilibrio que así como remite a la encantadora impericia del arte ingenuo, del mismo modo nos habla de la maestría de Jaimes Sánchez en el uso del color y en la creación de transparencias que desestabilizan el sentido arquitectónico de su pintura. Obras como Paisaje de la subida y Poblado de la carretera permiten comprobar una relación con el mundo de la figuración, que no desdice de los antecedentes pioneros en la práctica de los lenguajes no representativos que definen la trayectoria de Humberto Jaimes Sánchez en la pintura venezolana, y que al mismo tiempo dan cuenta del sentido de riesgo artístico que el autor fue capaz de asumir hasta el final de sus días.
Pueblos oblicuos
Paisaje de la casa, 1985.Colección privada.
Pueblo oblicuo I, 1987.Colección privada.
Paisaje campesino, hacia 1988.Colección privada.
Poblado interior, 1989.Colección privada
Paisaje de la casa II, 1989.Colección privada.
Pueblo oblicuo II, 1989.Colección privada.
Pie de montaña, 1995.Colección privada.
Barranco, 2002.Colección privada.
Espacio municipal, 2003.Colección privada.
Estilización
vernácula
Abstracción
lírica
Informalismo
Paisajes psicológicos
Pueblos oblicuos
Incursiones en el Pop Art
Estilización vernácula
En esta etapa, Jaimes Sánchez se sumó al marco de expectativas que se tejieron alrededor del Taller Libre de Arte, las cuales eran afines a su búsqueda intuitiva de una libertad formal y cromática que redimensionó el ejercicio de la figuración. Esta agrupación de jóvenes artistas, auspiciada en parte por el gobierno nacional, perseguía, en una de sus vertientes más importantes, la preservación de contenidos asociados al acervo cultural venezolano y latinoamericano, pero con una estilización cercana a los límites de una abstracción sensible. Por esta senda se orienta Jaimes Sánchez para asumir temas propios del folclor, enunciados a través de la geometría de la figura y un uso previsible de los climas cromáticos. La conjunción de todos estos elementos propició en el ámbito artístico venezolano la posibilidad de otras vías de conocimiento para la producción sensible de signos a partir de una respetuosa relación con lo ancestral en su vertiente prehispánica o popular.
Abstracción lírica
A partir de la estructura compositiva y temática del paisaje, el artista propone una superación del género en su condición de trascripción de la realidad, en favor de una evocación de contenidos ligados a un acervo simbólico más amplio. El componente lírico de su trabajo y, por supuesto, los aspectos técnicos y materiales ligados a la tradición de la pintura harán inevitable esta sugerencia de elementos propios del mundo referencial, por lo que no existirá una búsqueda a ultranza de la no representación, como fue el caso de otros colectivos venezolanos. Por el contrario, gran parte del atributo de su obra consistirá en ese inevitable poder de reminiscencia, y en el vínculo insoslayable entre una pretendida autonomía significativa de los elementos plásticos y las asociaciones que el espectador invariablemente puede o necesita establecer con la realidad material y simbólica. El rumbo de su pintura se verá marcado por la influencia de Sergei Poliakoff, en especial por los “paisajes” elaborados en grandes y pastosos planos, los cuales le permiten, a decir de Dore Ashton, capturar los ritmos y estructuras del paisaje, para someterlos luego a las reglas de la composición abstracta (Ahston, 1958).
Informalismo
En su período informalista coinciden, por una parte, la prolongación netamente abstracta de su trabajo de París y Estados Unidos, y por la otra, la fuerza con que irrumpen en Venezuela estas expresiones de lo que se llamó "arte nuevo". Justamente, por tratarse de un artista cuyo tránsito europeo se hizo al abrigo de la llamada Escuela de París, y en especial de Nicolas de Stäel y Sergei Poliakoff, es que puede observarse en sus telas de esta etapa una presencia constructiva al fondo de sus expansiones matéricas y cromáticas, que veremos poco a poco desaparecer a lo largo de su producción.
Paisajes Psicológicos
A principios de 1970, Jaimes Sánchez abandona nuevamente el uso de referentes en su pintura, para que en todo caso sea el espectador quien establezca asociaciones a través de su experiencia perceptiva. Se trata de una etapa de honda introspección en la que la ausencia de objetos reconocibles del mundo material no impide nuevamente la vinculación simbólica con el género del paisaje, pero esta vez con una libertad constructiva y un poder de evocación tal que incidió en el conveniente título de paisajes psicológicos. En este caso su pintura asiste al reencuentro del camino recorrido desde su primera estancia en Europa, fundiéndose así sobre la tela los aportes del lirismo de los cincuenta, la investigación matérica de los sesenta, y un mayor sentido del riesgo propio de la madurez alcanzada como artista. La presencia de todos estos antecedentes basó la eficacia compositiva de la obra en la tensión resultante de todas las fuerzas que eran puestas en juego, tal como se observa en el sutil equilibrio que sostiene piezas como Paisaje mural I y Paisaje-loma, y que deben parte de su misterio a una suerte de automatismo consciente que persiste en su lenguaje.
Pueblos oblícuos
A partir de 1985, Humberto Jaimes Sánchez vuelve a enfrentarse en su obra con el mundo material de los objetos, y en especial a investigar las asociaciones con el paisaje que su pintura ha mantenido desde los años cincuenta. El componente constructivo que se observa en la disposición de los planos de color y materia de sus etapas anteriores sirve de soporte al despliegue figurativo de casas, ranchos y montañas, que si bien eran sugeridos remotamente en su pintura previa, ahora se integran en el universo plástico creado por el artista. Y al integrarse producen una inusitada armonía y un desafiante equilibrio que así como remite a la encantadora impericia del arte ingenuo, del mismo modo nos habla de la maestría de Jaimes Sánchez en el uso del color y en la creación de transparencias que desestabilizan el sentido arquitectónico de su pintura. Obras como Paisaje de la subida y Poblado de la carretera permiten comprobar una relación con el mundo de la figuración, que no desdice de los antecedentes pioneros en la práctica de los lenguajes no representativos que definen la trayectoria de Humberto Jaimes Sánchez en la pintura venezolana, y que al mismo tiempo dan cuenta del sentido de riesgo artístico que el autor fue capaz de asumir hasta el final de sus días.
Incursiones en el Pop art
De esta etapa destaca el retorno al uso de los planos cromáticos texturados que recuerdan en otro contexto su obra primera de París. El elemento novedoso en su caso es la incorporación de letras y números hechos con molde, y ciertos trazos del pincel que remiten a una caligrafía vedada, tal como se observa en Homenaje al espacio interior. Del mismo modo, en otros ejemplos se permite el uso de etiquetas y marcas de productos de consumo, y en obras como Amo tus años locos o Autorretrato múltiple la presencia de la figura humana dispuesta en el espacio vibrante del entramado plástico produce un desconcierto que aumenta su disfrute. Esta experiencia constituyó para Jaimes Sánchez el acercamiento a una especie de imaginería de la vida moderna que seguramente debió mucho a su nombramiento en 1964 como director del Instituto de Diseño de la Fundación Neumann, y que lo puso en contacto con nuevas generaciones de artistas, técnicas de reproducción serial y un espíritu de renovación de la enseñanza del arte que influyó notablemente en su trabajo.